Vista nocturna del panorama urbano o skyline de Las Vegas Strip cerca del Bellagio (Fuente: Wikipedia)
Hace unas décadas, finales de los ochenta del siglo pasado, cuando mi cabeza empezaba a darle vueltas a la idea de cambiar de actividad laboral (entonces estaba trabajando en un bufete fiscal y mercantil), una corporación del sector del juego en España, buscaba un jefe de administración para sus empresas de Andalucía.
Recuerdo que la selección fue en pleno verano y me pilló de vacaciones. En los previos me hinché de rellenar cuestionarios, test de personalidad con tropecientas preguntas y un sinfín de pruebas. Debería estar inspirado ya que llegué a la fase final. El día de la entrevista hacía un calor de justicia y no sabía qué ponerme, si traje con corbata o pantalón y camisa. Concluí colocarme lo primero, pero al ser la vestimenta de entretiempo, ¡Dios Mío! Qué sauna.
Allí estaba, sentado en una larga sala de juntas, frente a cuatro directivos que me bombardearon de preguntas. De toda la batería de cuestiones que plantearon en la hora y media que duró el encuentro, sólo me acuerdo de una: ¿Qué opina del juego? La respuesta: Si la Ley lo ampara y se cumple la normativa, no tengo nada más que decir.
No sé si fue esa contestación determinante o la previsible deplorable imagen sudorosa o un poco de todo, el caso es que no fui elegido para el puesto ofertado. Entonces era el boom de las máquinas tragaperras y poco más. Me imaginaba llevando un departamento administrativo donde los trabajadores estuvieran todo el día contando dinero y cargando y descargando sacas. ¡Uf! No me gustan las diferencias de arqueo.
Ayer leía y escuchaba en los medios de comunicación las noticias sobre Eurovegas y el comentario de los políticos acerca de que cambiarán la Ley para permitir ese emporio del juego en mi país. ¡Ea! Ya está. Se cambia la Ley para que lo que ahora es ilegal, luego sea legal y todos tan panchos. Estoy desconcertado con esa afirmación. Ya se ha jubilado aquello de "Quién hace la Ley, hace la trampa"; ahora la moda es: "Si molesta la Ley, se cambia". Post publicado también en el sitio "Blog de Manuel".
Me pregunto qué respuesta daría hoy a la cuestión que antaño me plantearon en la entrevista de selección. Probablemente, ninguna, porque salvo cuestión de necesidad y con todo respeto a sus trabajadores y trabajadoras, no optaría a opciones laborales de ese sector. Decía el representante de los inversores que habrá puestos de trabajo para los nativos, si éstos aceptan las condiciones laborales. Preocupante. Por lo demás, desearía equivocarme y dentro de diez años se cumplan todo lo que los políticos hoy venden, pero soy pesimista.