Esta semana en “Fundamentos de Derecho Público”, ante el
comentario de Mercedes, “salvo dos excepciones”, en relación al planteamiento
bicameral del constitucionalismo español, apunté: La Pepa y La Republicana (ver
post: “El soma constitucional”). Luego, me sumergí toda la tarde en la búsqueda
de una respuesta que me satisficiere sobre el sentido del Senado en mi país.
Después de darle vueltas al coco, no encontré el valor democrático. Porque
si me dicen lo de “cámara de representación territorial”, les preguntaré ¿Para
qué? Y les diré “Tu tía”. Salvo lo recogido en el artículo 155, que ahora se
pondrá de moda y percibiremos el tamaño y flexibilidad de su fibra muscular constitucional así como la verdadera y, por otra parte, única autonomía del Senado frente al Congreso de
los Diputados, por lo demás: ¡Que no! Bueno, sí, como retiro dorado de
políticos y poner terreno de por medio ante riesgos de judicialización. "No cuesta tanto mantener ese órgano constitucional" Susurrarán ¿Y qué? Responderé.
Es gasto prescindible en cualquier caso y, por otro lado, depende qué se entienda por poco
coste.
Escribe Pablo Ximénez de Sandoval en El País, “Ahora en serio, ¿y si cerramos el Senado?” sobre el agotamiento del debate sobre la
creación de una “cámara de representación territorial”, a la que cataloga como
la criatura peor diseñada de 1978. Apunta Pablo que constitucionalistas ya
reflexionan abiertamente sobre la posible supresión de este órgano, pero me
temo que está pasando igual a lo que sucedió en la década de los ochenta del
siglo pasado en Italia: mucho debate y ni siquiera tomate. Inutilidad y Prescindibilidad.
En resumen, entendería el Senado sólo como representación
exclusivamente territorial, desligada totalmente del Congreso, por ejemplo en
un estado federal o un estadio autonómico más avanzado al que tenemos hoy,
en el que desentendidos juridisccionales, competenciales, históricos o emocionales, como el generado con el pueblo catalán, tuvieran su encuadre y obligada solución. Pero eso no es posible con el diseño actual y, como habitante del globo terráqueo, me da vergüenza estos despropósitos
consentidos por todos, pero estamos en España y aquí comulgamos con rueda de
molinos ante la guasa y el cachondeo de los de siempre (Fuente de la imagen: Wikipedia).