sábado, 23 de junio de 2018

La "humanidad", como factor pre-comprensivo

Escribe Nietzsche en "Humano, demasiado humano"[1] que "en la enfermedad política, un pueblo se rejuvenece y recupera ordinariamente su espíritu, que perdió poco a poco en la indagación y conquista del porvenir. La civilización no es deudora sino a los tiempos políticamente débiles". Más adelante apunta "en todas las instituciones en que no llega a soplar el aire penetrante de la crítica pública, la menor corrupción brota y crece como un hongo". "A los sabios que se hacen hombres políticos, se les confía de ordinario el cómico papel de ser forzosamente la buena conciencia de una política".

En la para mí compleja cuestión de las relaciones entre Moral y Política, entiendo un presupuesto ineludible para comprender bien dichas relaciones a la "humanidad", como factor pre-comprensivo y planteamiento de fondo que implica una especie de subordinación, tanto de la Política como de la moral, a dicha humanidad. Cualquier intento de construcción de una moral o una política de espaldas al factor humano descrito por Nietzsche, forzosamente supone su deshumanización, siendo el comportamiento humano fundamento ineludible para la argumentación moral y la fijación de responsabilidad a nuestros políticos.

Hace unos años, estudié en Deontología que algunas notas fundamentales que ayudan a entender dicha humanidad, diferenciándonos del resto de animales, es la racionalidad, que a su vez posibilita la conciencia moral, la acción y la decisión. También la cultura y la sociabilidad. Es decir, la naturaleza humana comprende, como fisonomías inherentes y diferenciadoras de otras especies, una serie de rasgos distintivos que pueden precisarse con tres vocablos: pensar, sentir y actuar. Sin dichos rasgos distintivos no podría existir la libertad que debería condicionar inexcusablemente la práctica de la acción moral y, por derivación, de la Política (Fuente del esquema: elaboración propia. Fuente de la imagen: pixabay).
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[1] Frederic Nietzsche Humano, demasiado humano. Traducción de: JAIME GONZALES. Editorial: Editores Mexicanos. 1986